Marx, Nietzsche y Freud, vistos por Inês Castel-Branco |
Cuando fundamos Fragmenta, hace seis años, teníamos muy
claro que debíamos dar espacio a la crítica a la religión. Si queríamos que
fuese creíble nuestra apuesta por la religión desde una perspectiva no
confesional, había que incluir entre nuestras temáticas la sospecha ante los
fenómenos religiosos. ¿Por dónde empezar? Por los clásicos, naturalmente. Es
decir, por los maestros de la sospecha (Ricoeur dixit) por antonomasia: por
Marx, por Nietzsche y por Freud.
Pedimos, pues, a Francesc Torralba, catedrático de filosofía
de la Universitat Ramon Llull, que acercara al lector estas tres figuras
maestras del arte de pensar, haciendo especial hincapié en sus críticas no solo
a la religión, sino también a la antropología heredada. El resultado fue una
pequeña joya publicada inicialmente en catalán, y que Carla Ros acaba de verter
al castellano: Los maestros de la sospecha. Marx, Nietzsche, Freud.
Se trata de una obra breve, pero sumamente sustanciosa. Una
obra, además, plenamente «torralbiana», si se me permite el adjetivo, dado que
el «corpus» bibliográfico de Francesc Torralba hace tiempo que adquirió unas dimensiones considerables. A sus 46 años, Francesc Torralba
lleva 82 libros publicados. Su primer libro tiene fecha de 1990 (el autor tenía
23 años). Hagan cuentas y verán el ritmo vertiginoso de su escritura. Lo peor,
para envidia de sus amigos y enemigos, es que en sus libros siempre hay sustancia,
siempre aportan algo, nunca caen en la insignificancia.¿Cómo se consigue eso?
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Francesc Torralba |
Los maestros de la sospecha es, digo, una obra
plenamente «torralbiana», porque tiene los rasgos que caracterizan todos sus
títulos. Veámoslo:
1. Claridad: Francesc Torralba es un filósofo al que se le
entienden las ideas. Para sus detractores, eso es un demérito. Yo, en cambio,
soy un ferviente partidario de aquella máxima orteguiana según la cual «la
claridad es la cortesía del filósofo». No creo que sea posible establecer una
relación proporcional entre el valor de un filosófo y el carácter críptico de
su escritura.
2. Pedagogía: saber divulgar (lo comentaba aquí hace
unos días a propósito de Tamayo) es virtud, no vicio. Es normal que un filósofo
tenga varios registros de escritura: a veces se escribe para colegas (un
artículo académico en una revista científica, por ejemplo); a veces se escribe
para iniciados; a veces, se escribe para que nos lea un lector culto pero no
iniciado, y a veces se escribe incluso para lectores no necesariamente cultos. Los
maestros de la sospecha yo diría que es un libro dirigido a un tipo de
lector culto, que puede ser académico pero que puede perfectamente no serlo. Si
ha leído a Marx, a Nietzsche y a Freud, el lector disfrutará sin duda con la
presentación y los análisis de Torralba. Pero si no los ha leído, el libro le servirá
para tener una idea muy clara sobre estos tres autores y sus sospechas.
3. Equilibrio entre exposición y opinión: la prosa de
Torralba es en gran medida expositiva. Precisamente por su voluntad pedagógica,
su principal preocupación es proporcionar al lector un estado de la cuestión
cabal sobre el asunto del que trata en cada momento. Pero, sobre este
fondo expositivo (neutro), el autor introduce aquí y allí, siempre con
discreción, su propia opinión. El lector atento es capaz de percibir claramente
la transición entre el lenguaje objetivo y el subjetivo. Hay autor en cuyas
obras el yo irrumpe en cada página, autoafirmándose continuamente y desdeñando sin
piedad las visiones distintas sobre el mismo asunto. Torralba no es de esos.
Torralba prefiere, en primer lugar, informar, y en segundo lugar, y siempre con
un exquisito respeto al lector, opinar.
4. Rigor: Torralba cita a muchos autores, pero nunca abruma
con sus citas. Su prosa es rica en erudición, pero no sepulta sus tesis tras
una cortina de referencias bibliográficas. En sus obras comparecen siempre los
autores de la tradición filosófica occidental, incluida la filosofía
contemporánea, pero también los grandes textos de la sabiduría oriental.
También aparecen siempre referencias a la tradición literaria (a veces
descubre, donde menos se esperaría, textos literarios con una carga filosófica
o religiosa enorme). Sin olvidar, naturalmente, las referencias a investigadores
de hoy: antropólogos, sociólogos, teólogos, filósofos…
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Los maestros de la sospecha |
Ante Marx, Nietzsche y Freud caben varias posturas. Una
posibilidad es sucumbir ante su poder de seducción. Recuerdo que Rafael
Argullol nos invitaba, en sus clases de doctorado en la Universitat Pompeu
Fabra, a «defendernos de la propia seducción de Nietzsche». Otra posibilidad es
la refutación apresurada. Francesc Torralba no cae en ninguno de los dos
peligros. Lo que hace es tomarse en serio, muy en serio, sus críticas a la
religión y a la antropología heredada, y entrar en diálogo con ellas.
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Vicenç Villatoro y Francesc Torralba |
Empezamos el proyecto de Fragmenta acogiendo, pues, la
sospecha ante los fenómenos religiosos de los tres críticos de la religión más
relevantes de la Modernidad. Más tarde, publicamos dos libros de diálogo
explícito entre la creencia y la increencia: el diálogo entre Luc Ferry y
Philippe Barbarin (¿Quin futur per alcristianisme? Un cardenal i un filòsof, cara a cara, en catalán) y el
diálogo entre el mismo Francesc Torralba con el ateo Vicenç Villatoro (Con o sin Dios. Cuarenta cartas cruzadas,
en catalán y castellano). Confío que, en el futuro, podremos continuar esta
línea de trabajo con otros títulos.
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Con o sin Dios. Cuarenta cartas cruzadas |