viernes, 27 de septiembre de 2013

Dos días en Roma

Marco Tosatti, Marco Carroggio, Gian Maria Vian, Arturo San Agustín, Ignasi Moreta y Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, en el Instituto Cervantes de Roma


El lunes y martes pasado los pasé en Roma con Arturo San Agustín, magnífico compañero de paseos y divagaciones, conversador infatigable y Virgilio excepcional para adentrarse en los círculos romanos y vaticanos.

El pretexto del viaje: la presentación el lunes, en el Instituto Cervantes de Roma, del libro De Benedicto a Francisco. Una crónica vaticana, con una mesa redonda de lujo. Presidió el acto el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga. Moderó el director del Instituto Cervantes de Roma, Sergi Rodríguez. Y hablaron, además del autor y de este humilde editor, Gian M. Vian, director de L'Osservatore Romano, Marco Tosatti, vaticanista de La Stampa, y Marco Carroggio, profesor de la Università dela Santa Croce (e hijo y hermano de los editores Carroggio). Los corresponsales de El Periódico, El País, La Razón, Europa Press, Vida Nueva y Antena 3 no se quisieron perder la presentación de la crónica escrita por un colega. La sala se quedó pequeña. Más de uno habló del interés que tendría traducir el libro al italiano. El acto fue muy agradable y se prolongó en una cena romana para recordar. Al día siguiente, Vian tuvo la amabilidad de llevarnos a los Museos Vaticanos, donde Sandro Barbagallo, historiador de arte y responsable de las colecciones históricas de los Museos, nos mostró las mejores obras con la amenidad e inteligencia propias de los grandes eruditos. Un lujo.

Estos dos días tuvimos tiempo todavía de visitar a dos ilustres catalanes en Roma: Manel Nin y Miquel Delgado. Nin es monje de Montserrat, archimandrita y rector del Pontificio Collegio Greco. Habla con una dicción muy cuidada, muy limpia, agradabilísima. Una voz radiofónica, como se dice hoy. El interlocutor de Nin percibe enseguida, con una primera conversación, que habla con un hombre de Dios. Miquel Delgado es un sacerdote del Opus Dei con cargo en la Curia romana: es subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos, el organismo que se ocupa, entre otras mil cosas, de animar las Jornadas Mundiales de la Juventud. Amabilísimo y cordial, tuvo la paciencia de escuchar estoicamente más de una y más de dos (im)pertinencias mías sobre el fanatismo de algunos laicos católicos. Nos invitó a comer en un restaurante del Trastevere. Después, subimos a tomar un café en el comedor del dicasterio. "Así podréis decir que habéis tomado un café en un dicasterio vaticano", nos dijo, irónicamente. Y el café lo tomamos, efectivamente, en el austero comedor destinado a los responsables y trabajadores del dicasterio: muebles de formica, una mesa cubierta con un hule, un microondas y una vieja máquina de café, unas sillas de plástico... El lujo de los palacios de la Curia romana.

Iba a Roma a trabajar, y ciertamente trabajé. Aparte de la presentación en el Cervantes, visité varias librerías de Roma. Las que están abiertas al libro en español tendrán, a partir de ahora, libros de Fragmenta. En una de ellas ya había algunos, gracias a la labor de un cliente nuestro exportador.

En definitiva: dos días densos, intensos, aprovechados. Lo repito una vez más: un lujo.

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