martes, 1 de julio de 2014

Algunas lecciones de Jaume Vallcorba

Jaume Vallcorba / Foto: Quique García / El Mundo


Hoy, Jaume Vallcorba ha clausurado el curso del máster de Edición del IDEC (Universitat Pompeu Fabra) que dirigen con eficacia, desde hace diecinueve años, Javier Aparicio y Dolors Oller. Ausente por enfermedad, su lección de clausura ha sido leída por Sandra Ollo.

Vallcorba ha hablado de libros. De libros que tienen tacto, que tienen historia. Ha evocado su biblioteca particular, que contiene libros leídos en la infancia, leídos hace treinta veranos, leídos ayer o anteayer... Libros impregnados de manchas de vino o de café, subrayados (¡siempre a lápiz!), marcados por el rastro de lecturas antiguas o recientes. Lector infatigable, Vallcorba ha evocado cómo la relectura de un libro le permite no solo releer, sino también releerse, porque los libros mantienen las anotaciones de las primeras lecturas, con las que el (re)lector de hoy no siempre está de acuerdo. La biblioteca personal es no solo el diálogo con los difuntos (Quevedo), sino también el diálogo con uno mismo a través de los años y las relecturas.

Una editorial constituye, para los libros, una especie de marco (por cierto, en un libro iluminador de Acantilado, El contorno del poema, Pere Ballart ofrece una deliciosa reflexión sobre el marco), de clima común, de «aire de familia». Vallcorba ha hablado del diálogo que los libros establecen entre sí cuando forman parte de un mismo catálogo editorial. Los clásicos y los contemporáneos se mezclan sabiamente en los catálogos de Quaderns Crema y Acantilado: me atrevería a decir que los antiguos y los modernos sostienen no una querella, sino un diálogo cordial.

El trabajo del editor, ha dicho Vallcorba, tiene que ser hecho con amor, pero también con discreción. La forma ha de ser transparente. No lo es cuando falla (la errata que afea la página) o cuando quiere llamar la atención sobre sí misma (ha dado el ejemplo, clarísimo, de ciertas ligaduras tipográficas). El buen tipógrafo, sin embargo, sabe que su función es la de servir al lector, no la de poner al lector a su servicio exhibiendo un repertorio de recursos tan llamativo como gratuito. La única visibilidad, ha dicho Vallcorba, que le es permitida al libro es la de la cubierta en las librerías, donde el libro debe tratar de destacar entre los otros libros (aunque sin pagar ningún tributo a la estridencia).

Palabras sabias, las de Vallcorba, avaladas por una trayectoria ejemplar de cuatro décadas dedicadas a la edición. Cuando Inês Castel-Branco y yo fundamos Fragmenta, en el 2007, los libros de Quaderns Crema y Acantilado fueron, sin duda, un modelo. Cuando teníamos dudas sobre la caja de texto, el interlineado, el tamaño de letra, la compaginación de los índices, la confección de la página de los créditos y un larguísimo etcétera (las dudas, en el mundo de la edición, son interminables), la tendencia siempre era la de mirar de reojo los libros de Quaderns Crema y Acantilado, investigar «cómo lo hace Vallcorba», un recurso que siempre nos ha permitido resolver eficazmente muchos problemas. Por eso Vallcorba es un referente: porque el rigor y elegancia formal de sus ediciones y el acierto en la configuración de un catálogo vivo hacen que su tarea editorial sea modélica para el resto de editores. Por todo ello, ¡gracias, Jaume!


Enlace al texto completo de la intervención de Jaume Vallcorba

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrades populars